MI ABUELA
-¿Quereis un pañuelo? Posiblemente lo necesiteis.
Las breves y distantes palabras de mi madre al volante han roto un silencio que se cernía sobre nosotros desde el inicio del fúnebre trayecto.
No gracias- respondo.- creo que podré aguantar.
Hijo, lo que vas a ver te va a hacer saltar las lágrimas.
- Descuida, yo casi nunca lloro- respondo envalentonándome. Es obvio que llorar es típico de mujeres; sería absolutamente impropio, un auténtico espectáculo.
Al fin, llegamos al tanatorio de la paz. Bajamos del coche y nos dirijimos a la entrada del recinto.
Beatriz, Alonso- dice nuestra madre antes de llegar a la puerta.- vuestro padre lo está pasando mal, y necesita hoy más que nunca de vuestro cariño.
* * *
¡Vamos a ver! ¡Todos los primos al patio que va a cantar tio Juanito!
A la voz de tío Ignacio nos ponemos todos alrededor del Belén, justo a tiempo para oír entonar la voz a mi tío preferido, el que tiene síndrome de down:
Adeste fideles, laeti triunfantes…
Se hace el silencio mientras mi tio canta con gesto serio e imperturbable. Nadie habla hasta que se acerca el momento del estribillo, y tío Juanito, autoritario, alza ambas manos y todos le acompañamos:
Venite adoremus, venite adoremus, venite…
Tio Ignacio hace resonar su estridente y melodiosa voz por encima de las de los demás; tío Enrique y Papá intentan una sutil segunda voz; tío Felipe toca la guitarra acompañando; todos los primos cantamos a coro; y la abuela observa a todos desde el sofá, con gesto fragil, sonriéndonos a todos orgullosa y admirada de ver al fin por y para qué ha vivido.
* * *
- Niños, venid, le hemos compuesto los mayores una canción a la abuela por su santo, y la vamos a cantar todos juntos. Antonio, vete a por la guitarra. Mientras, vamos a ensallar.
“Es el santo de la abuela,
y los nietos del pantano
te venimos a contar
que el día de santa Rosa
es fiesta muy señalada
y lo queremos celebrar…”
* * *
Nochebuena de 1994. Estamos toda la familia en nuestra casa del Pantano de Entrepeñas, arropados por el calor que desprende la chimenea.
Después de varias horas de cantar villancicos como solo en mi casa se cantan, y después de haber contado chistes y diversas situaciones curiosas que nos han sucedido a lo largo del año, uno a uno nos ha ido venciendo el sueño, y ya estamos todos acostados.
Pero mi primo y yo, que dormimos en la misma habitación, no podemos dormir. Hemos pasado un día extraordinario, y por la noche, tio Felipe, con unas cuantas copas encima, nos ha dado a probar el licor de manzana, lo que nos ha revolucionado aun más si cabe.
Artos de hablar y de decir tonterias, nos hemos puesto a correr alrededor del pasillo circular que rodea el patio, dando gritos; y, como era de esperar, la abuela aparece, nos coge de la mano con dulzura y con nuestros cinco años nos sienta a cada uno en una silla, y sin asomo de enfado en su cara, pero si de tristeza nos dice en un tono casi confidente:
- Me decepciona mucho que unos niños tan buenos como vosotros hagais unas cosas tan malas.
Ése es el golpe más bajo que me han dado nunca.
- Perdón abuela- respondemos a dúo mi primo y yo.
En ese instante, a la abuela Mimí le cambia el gesto de la cara por una cansada sonrisa.
- Venga a la cama. Os voy a contar un cuento, a ver si os dormis.
“Érase una vez un pescador vizcaino, que estaba casado con una señora guapísima que…”
* * *
No puede ser. Ante el cuerpo sin vida de la abuela se me ha deshecho la careta de insensible. Un nudo me agarrota la garganta dede hace un rato, por mi propósito de no llorar. Por más que me digo “que tontería, tú sí que puedes”, no aguanto más de cinco segundos delante del féretro.
Parece tan tranquila… Como si etuviese durmiendo y fuese a despertar en cualquier momento.
Finalmente, el nudo se desata, y lo que antes suponía una dificultad respiratoria desemboca en un silencioso pero aogante llanto. Me salgo fuera para que me dé el aire.
Los abetos que cubren toda la zona del tanatorio, me imprimen cierto sosiego, y, más tranquilo, vuelvo a entrar.
Unos desconocidos me abordan sonriendo.
- Tú eres el hijo de Alonso ¿Verdad?
- Sí- respondo fríamente.
- Ya lo decía yo, eres igualito a él- y sueltan una risita complice. No estoy de humor para risas, así que me separo sin cuidar los modos y vuelvo a entrar en la habitación destinada a mi abuela.
Una lágrima asoma tímidanente por mi ojo izquierdo, rebala y cae sobre mi corbata nueva. Aunque poco me importa eso ya.
Vuelvo a mirar a mi abuela y un nuevo pensamiento me sacude; no voy a volver a verla, y no tengo la sensación de haberle sacado todo el “jugo” que tenía.
Salgo de nuevo del cuarto bañado en lágrimas, y me siento en el banco contiguo a la puerta. Mi tío Felipe, el primogénito de mi abuela, me ha visto, y, pese a su pena, no duda en acompañarme. Cuidadosamente se sienta a mi lado, y poniénome el brazo sobre los hombros, susurra, casi hablando para si:
- Tenemos que dar muchas gracias a Dios por esta,abuela tuya y madre mía que nos ha dado, que con su ejemplo y su fatiga nos a sacado a todos tal y como somos. No llores más; una mujer como la abuela Mimí se ha ido al Cielo “de cabeza”.
Respondo al tópico con un triste pero agradecido “sí”, y mi tío, satisfecho, se levanta.
En silencio medito sus sabias palabras, y lentamente se van haciendo hueco en mis pensamientos frases que me había dicho mi madre hace mucho tiempo.
- “La familia de vuestro padre es escepcional niños, no sabeis la suerte que teneis; aprovechadla porque es absolútamente única.”
Pienso en lo unidos que hemos estado siempre, un fenómeno que no he visto en otros sitios; mientras, mi padre y sus hermanos hablan distendidamente:
- “Yo creo que a Mamá le hubiera gustado que al entierro no asistieran los sobrinos. Por lo menos los más pequeños.”-interviene mi padre.
- “Sin duda le gustaba que los primos estuviesen más juntos; ya se que este año no toca pero podemos hacer una escepción y celebrar juntos la Navidad”- dice mi tio Enrique.
-Hay que seguir viéndose, no podemos distanciarnos por eso, y creo que Mamá lo hubiera querido así- inquiere pensativo tío Ignacio.
- Otra opción- dice tío Felipe- es tener los reyes todos juntos en casa de Mamá si os parece bien.
- Me parece estupendo.
- Oye, por cierto, ¿Con quién dijo Mamá que se quedase Juanito cuando ella faltara? Si no hay inconveniente podría venirse a…
Dejo de escuchar, y tomo conciencia de lo importante y lo bonito que es la famila unida.
Familia solo hay una; la mia, vale por dos. Abuela solo he tenido una, y de esto me dí cuenta demasiado tarde.
lunes, septiembre 11, 2006
Me gustaría que leyerais este artículo. Me parece bastante bueno, y por eso os lo pongo;
Tiempo libre.
Lo cierto es que no he pedido permiso a su autora para publicarlo, pero confío en que no me demande.
Tiempo libre.
Lo cierto es que no he pedido permiso a su autora para publicarlo, pero confío en que no me demande.
miércoles, septiembre 06, 2006
Juicio Final a un agnóstico
Mira que te avisé... Y no escuchaste. Tenías que ser siempre tan tozudo, no querías hacerme caso nunca. Pasabas de mi, decías “no puedo estar seguro”, porque yo te había dejado pistas, pero no imágenes.
¿No te dabas cuenta de que si te me mostraba entero no serías en adelante libre?¿No viste todas las señales que podías haber seguido?¿Y toda esa gente que te estuvo avisando bajo orden mía?
Yo, no dudé de ti en ningún momento, y no dejé ni un segundo de pensar en ti... ¿Por qué me olvidaste?
Aunque me pese , por tanto, eres libre, y no puedo obligarte a ser lo que no quisiste ser en vida... Simplemente, lo lamento, pero respeto tu decisión de no querer más que oscuridad.Te di un don para servirme mejor, y tú, lo desaprovechaste. Traes el vaso volcado, y con agujeros. Mi gracia se derrama de tu recipiente inicuo. Vete. Yo no me opondré.
¿No te dabas cuenta de que si te me mostraba entero no serías en adelante libre?¿No viste todas las señales que podías haber seguido?¿Y toda esa gente que te estuvo avisando bajo orden mía?
Yo, no dudé de ti en ningún momento, y no dejé ni un segundo de pensar en ti... ¿Por qué me olvidaste?
Aunque me pese , por tanto, eres libre, y no puedo obligarte a ser lo que no quisiste ser en vida... Simplemente, lo lamento, pero respeto tu decisión de no querer más que oscuridad.Te di un don para servirme mejor, y tú, lo desaprovechaste. Traes el vaso volcado, y con agujeros. Mi gracia se derrama de tu recipiente inicuo. Vete. Yo no me opondré.
martes, agosto 01, 2006
excelencia literaria
Este artículo y este cuento Es todo lo que he conseguido publicar en la página de Miguel Aranguren. A pesar de todo ha merecido la pena. Creo que son lo mejor de mi carrera (entre otras cosas porque me los ha corregido; pa que engañarnos.)
30-9-06: Por cierto, ayer falló el jurado, y he ganado el 2º accesit. Soy el único pive que ha ganado algo, lo cual puede ser algo de lo que avergonzarse, o de lo que enorgullecerse, según escrupulos del lector. En cualquier caso, pinchad aqui.
30-9-06: Por cierto, ayer falló el jurado, y he ganado el 2º accesit. Soy el único pive que ha ganado algo, lo cual puede ser algo de lo que avergonzarse, o de lo que enorgullecerse, según escrupulos del lector. En cualquier caso, pinchad aqui.
mamá
No puedo más. Los demás niños son unos pesados. Unos infantiles. No comprenden que es propio de niños buenos dejar las cosas tuyas a otros niños. Está decidido: se lo voy a decir a mamá, que ya me mira desde el banco del parque, sonriéndome. A veces creo que sabe justamente lo que estoy pensando.
- Mamá, esos niños son unos egoístas y no me dan sus cosas.
- Pero hijo – dice con una comprensión y ternura que me encantan.- ¿Les has dejado tú jugar con tus cosas?
- Por supuesto que no – le digo ofendido.- ellos tienen muchas cosas y yo pocas, así que ellos me prestan y yo juego con ellas.
- No, hijo – dice con tranquilidad.- déjales tus cosas y ya verás como ellos te dejarán las suyas.
No me gusta prestar mis cosas. Pueden romperse si otro niño las utiliza mal. Pero mi mamá se pondrá contenta si presto, así que se lo dejo a Carlitos. Pero es que debe de ser un poco tonto, porque no sabe utilizarlo y está girando la pierna del superguay- man en una dirección antinatural.
Como no haga yo nada lo romperá. Y con cuidado me acerco y le digo:
- Así no se hace, deja que te enseño.- Y en lo que estoy cogiéndolo simpáticamente para enseñarle, el se enfada, y me dice, antipático:
- Déjame; me gusta así.
- Pero es que lo vas a romper.- digo haciéndome el listo.
- ¡Pues no – me asalta Carlitos.- porque yo en mi casa tengo uno igual, solo que mejor, y más grande, y más bonito, y no se rompe!
Y se va corriendo. Y es más rápido que yo, que estoy un poquito gordo -dice mamá que es porque me quiere mucho- y me canso muy pronto.
El, se sube a un tobogán y me saca la lengua, mientras sigue dando vueltas inhumanas a la pierna del pobre superguay- man. Al final, la pierna da su último giro y Carlitos mira atónito como, después de crujir, se queda el trozo de plástico entre sus manos, y baja corriendo del tobogán intentando que yo no lo vea, para dejarlo sobre un banco con cara de asustado.
Me acerco llorando a mi madre, impotente ante tan dolorosa situación, y un ataque de rabia aliado con mi mala educación la toma con mi madre.
- ¡Idiota! ¡Todo por tu culpa!...
La lista de insultos es interminable, y a mi madre se le entristecen los ojos de humillación ante las miradas de todo el parque. Y nada puede refrenar mi llanto.
Y me mira con agobio mi mamá.
No puedo más. Pero ya lo he conseguido.¡Al fin! Graduado. No me lo puedo creer. Me ha costado mis esfuerzos, pero he conseguido el premio anual al mejor alumno. Y justo en segundo de bachillerato. En estos momentos, y aunque nunca me abandonó la gordura propia de mi complexión física, puedo sentirme como un verdadero deportista de élite ante las cámaras. `` ¿Cómo has visto el partido? Bien, el equipo rival se plantó fuerte atrás, pero mi trabajo incansable y en equipo conmigo mismo, y el inseparable apoyo de mi inteligencia suprema han decantado la victoria a mi favor.´´
Mamá sonríe orgullosa desde la grada, y a mi me provoca una sensación de bienestar que no soy capaz de expresar. Vivo exclusivamente para mí... Solo hago excepciones con mamá.
La gente de mi clase se va a festejarlo a un garito. Nadie me ha invitado, ni tampoco me importa; yo soy el premio anual, y ellos una pandilla de envidiosos carentes de inteligencia. Ellos son los que pasarán hambre; yo tengo un futuro prometedor. Es más, es un futuro tremendamente próximo; la empresa que monté con el dinero de mis padres está dando muchos y muy buenos resultados. Pronto me independizaré, y con mis fondos me daré a la buena vida, y tendré un criado para todo, y nadie me molestará... Salvo Mamá.
No puedo más. Tengo que dejar de soñar. La vida no es como la había ideado. Faltan muchos detalles que había sobrevolado en mi afán por encontrar un mundo perfecto, sin darme cuenta de que, si fuera perfecto, no sería mundo.
¿Qué hago ahora? Me obsesioné con mi trabajo, dejé mi vida por una idealizada forma de ver el prestigio. Mis relaciones personales anduvieron por los suelos; los que creía y tenía por amigos no eran sino escalapuestos sin escrúpulos; a lo sumo honrados compañeros de trabajo a los que en realidad no agradaba mi compañía.
Vivía en una idílica mentira, propia de los mitos; de El show de Truman; todo el mundo me seguía la corriente.
Ahora, al sopesar lo bueno de mi vida con la objetividad, lucidez y gravedad que aportan unidos una tragedia traumática y el paso de los años, medito entristecido que me movió a no cambiar de hábitat, y por qué no me decidí a abandonar mi oscura cárcel hasta que ya no estaba eso en mis manos. Y, confinado a una habitación compartida de una fétida residencia pública, sin visitas, ni lujos, ni caprichos... Acepto resignado que he desperdiciado irresponsablemente el tiempo que se me concedió en esta tierra.
No sé qué le faltó a mi vida, pero algo falló. Mis compañeros de “celda” no son tan amargos como yo. Será que nunca han llegado tan alto como yo, para poder notar la diferencia, y aquello no les parece tan malo, pienso para consolarme. Pero en mi interior sé que no es eso, se que no es eso lo que me atormenta. Y en un bullir silencioso, un nudo se va formando lentamente en mi garganta, al recordar el sin duda episodio más triste de mi triste vida. Aquel día, como en las películas de Hollywood con situaciones similares, llovía. Y llovía a raudales. Los cipreses se tambaleaban altivos y purgantes por el poderoso viento, que apenas permitía oír recitar al cura las plegarias:
“ Pater noster qui est in caelis...” Fervorosamente rezó el padre, y después de un largo rato abandonó el lugar, rosario en mano, para dejarme solo ante la situación más difícil de mi vida: despedirme de la mujer que había significado algo para mi durante unos escasos años de mi existencia. Finalmente, me acomodé en mi gabardina de piel de camello, me coloqué el sombrero, bien calado, para que la gente no me viera llorar, y abandoné el lugar. Se había acabado tu funeral, Mamá.
Este cuento se llevó también el accesit del concurso de Retamar. SEré recordado como el chaval más mencionado en un concurso que "no se lleva nada".
- Mamá, esos niños son unos egoístas y no me dan sus cosas.
- Pero hijo – dice con una comprensión y ternura que me encantan.- ¿Les has dejado tú jugar con tus cosas?
- Por supuesto que no – le digo ofendido.- ellos tienen muchas cosas y yo pocas, así que ellos me prestan y yo juego con ellas.
- No, hijo – dice con tranquilidad.- déjales tus cosas y ya verás como ellos te dejarán las suyas.
No me gusta prestar mis cosas. Pueden romperse si otro niño las utiliza mal. Pero mi mamá se pondrá contenta si presto, así que se lo dejo a Carlitos. Pero es que debe de ser un poco tonto, porque no sabe utilizarlo y está girando la pierna del superguay- man en una dirección antinatural.
Como no haga yo nada lo romperá. Y con cuidado me acerco y le digo:
- Así no se hace, deja que te enseño.- Y en lo que estoy cogiéndolo simpáticamente para enseñarle, el se enfada, y me dice, antipático:
- Déjame; me gusta así.
- Pero es que lo vas a romper.- digo haciéndome el listo.
- ¡Pues no – me asalta Carlitos.- porque yo en mi casa tengo uno igual, solo que mejor, y más grande, y más bonito, y no se rompe!
Y se va corriendo. Y es más rápido que yo, que estoy un poquito gordo -dice mamá que es porque me quiere mucho- y me canso muy pronto.
El, se sube a un tobogán y me saca la lengua, mientras sigue dando vueltas inhumanas a la pierna del pobre superguay- man. Al final, la pierna da su último giro y Carlitos mira atónito como, después de crujir, se queda el trozo de plástico entre sus manos, y baja corriendo del tobogán intentando que yo no lo vea, para dejarlo sobre un banco con cara de asustado.
Me acerco llorando a mi madre, impotente ante tan dolorosa situación, y un ataque de rabia aliado con mi mala educación la toma con mi madre.
- ¡Idiota! ¡Todo por tu culpa!...
La lista de insultos es interminable, y a mi madre se le entristecen los ojos de humillación ante las miradas de todo el parque. Y nada puede refrenar mi llanto.
Y me mira con agobio mi mamá.
No puedo más. Pero ya lo he conseguido.¡Al fin! Graduado. No me lo puedo creer. Me ha costado mis esfuerzos, pero he conseguido el premio anual al mejor alumno. Y justo en segundo de bachillerato. En estos momentos, y aunque nunca me abandonó la gordura propia de mi complexión física, puedo sentirme como un verdadero deportista de élite ante las cámaras. `` ¿Cómo has visto el partido? Bien, el equipo rival se plantó fuerte atrás, pero mi trabajo incansable y en equipo conmigo mismo, y el inseparable apoyo de mi inteligencia suprema han decantado la victoria a mi favor.´´
Mamá sonríe orgullosa desde la grada, y a mi me provoca una sensación de bienestar que no soy capaz de expresar. Vivo exclusivamente para mí... Solo hago excepciones con mamá.
La gente de mi clase se va a festejarlo a un garito. Nadie me ha invitado, ni tampoco me importa; yo soy el premio anual, y ellos una pandilla de envidiosos carentes de inteligencia. Ellos son los que pasarán hambre; yo tengo un futuro prometedor. Es más, es un futuro tremendamente próximo; la empresa que monté con el dinero de mis padres está dando muchos y muy buenos resultados. Pronto me independizaré, y con mis fondos me daré a la buena vida, y tendré un criado para todo, y nadie me molestará... Salvo Mamá.
No puedo más. Tengo que dejar de soñar. La vida no es como la había ideado. Faltan muchos detalles que había sobrevolado en mi afán por encontrar un mundo perfecto, sin darme cuenta de que, si fuera perfecto, no sería mundo.
¿Qué hago ahora? Me obsesioné con mi trabajo, dejé mi vida por una idealizada forma de ver el prestigio. Mis relaciones personales anduvieron por los suelos; los que creía y tenía por amigos no eran sino escalapuestos sin escrúpulos; a lo sumo honrados compañeros de trabajo a los que en realidad no agradaba mi compañía.
Vivía en una idílica mentira, propia de los mitos; de El show de Truman; todo el mundo me seguía la corriente.
Ahora, al sopesar lo bueno de mi vida con la objetividad, lucidez y gravedad que aportan unidos una tragedia traumática y el paso de los años, medito entristecido que me movió a no cambiar de hábitat, y por qué no me decidí a abandonar mi oscura cárcel hasta que ya no estaba eso en mis manos. Y, confinado a una habitación compartida de una fétida residencia pública, sin visitas, ni lujos, ni caprichos... Acepto resignado que he desperdiciado irresponsablemente el tiempo que se me concedió en esta tierra.
No sé qué le faltó a mi vida, pero algo falló. Mis compañeros de “celda” no son tan amargos como yo. Será que nunca han llegado tan alto como yo, para poder notar la diferencia, y aquello no les parece tan malo, pienso para consolarme. Pero en mi interior sé que no es eso, se que no es eso lo que me atormenta. Y en un bullir silencioso, un nudo se va formando lentamente en mi garganta, al recordar el sin duda episodio más triste de mi triste vida. Aquel día, como en las películas de Hollywood con situaciones similares, llovía. Y llovía a raudales. Los cipreses se tambaleaban altivos y purgantes por el poderoso viento, que apenas permitía oír recitar al cura las plegarias:
“ Pater noster qui est in caelis...” Fervorosamente rezó el padre, y después de un largo rato abandonó el lugar, rosario en mano, para dejarme solo ante la situación más difícil de mi vida: despedirme de la mujer que había significado algo para mi durante unos escasos años de mi existencia. Finalmente, me acomodé en mi gabardina de piel de camello, me coloqué el sombrero, bien calado, para que la gente no me viera llorar, y abandoné el lugar. Se había acabado tu funeral, Mamá.
Este cuento se llevó también el accesit del concurso de Retamar. SEré recordado como el chaval más mencionado en un concurso que "no se lleva nada".
metánoya
Parece ser que en blogger pasada cierta fecha te suprimen las entradas; conforme me desaparezcan las volveré a editar... Como es en este caso. Con todos ustedes de nuevo; METÁNOYA
No estoy seguro de poder pensar.
Mi vida y mi mente forman
un convulsivo y negro
agujero.
Lo que pensé conocer
lo desconozco ahora;
Lo que desconocía
es ahora puerta
abierta a la mentira.
Anduve durante un tiempo
incierto
por el camino falso y a cada paso
angosto
del ególatra.
Ahora toco olvidar...
Y morir.
Esta es la poesía que ganó la mención especial del concurso literario de Retamar en el año 2005/06. Apreciad bien todos sus matices, porque es la obra culmen de la poesía universal..
No estoy seguro de poder pensar.
Mi vida y mi mente forman
un convulsivo y negro
agujero.
Lo que pensé conocer
lo desconozco ahora;
Lo que desconocía
es ahora puerta
abierta a la mentira.
Anduve durante un tiempo
incierto
por el camino falso y a cada paso
angosto
del ególatra.
Ahora toco olvidar...
Y morir.
Esta es la poesía que ganó la mención especial del concurso literario de Retamar en el año 2005/06. Apreciad bien todos sus matices, porque es la obra culmen de la poesía universal..
empezamos
Como sabeis, me encanta presentar mis blogs, así que os lo presento: en este blog voy a haceros llegar todos mis escritos hasta que me fiche alguna editorial. esperemos que sea pronto.
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