martes, septiembre 25, 2007

La gota soberbia

Aquella gota, frenada en su descenso por la tarima de una azotea del mayor rascacielos de la ciudad, no podíaa contener la risa.
Llovía. No en sentido impersonal, como acostumbra a pensar la gente. Llovían gotas intensas de agua que caía, y antes o después se estrellaba contra la superficie. Y entonces se juntaban todas, para reirse de las que aun no habían caido, pero ninguna sabía bien por qué.
La gota que se había quedado en la azotea, sin embargo, estaba sola. Y como toda gota que se ríe sola, al cabo del rato, se aburrió. Y comenzó a fijarse en als gotas que se reían, muy por debajo de ella.
Unas iban cayendo sobre otras, pero ella -pobre gota- se había quedado sola. Se compadeció de sí misma; se las veía muy contentas ahí abajo... Riéndose todas unas de otras.
Pero un pensamiento nuevo se acercó, y la gota volvió a mirar hacia abajo. Era mentira. No veía ni una sonrisa; solo una marejada de agua mezclada con suciedad que chapoteaba -es como ríen las gotas- contra el suelo.
Este pensamiento la consoló un rato, pero, al ver que él solo no se bastaba, llamó a otro pensamiento, para que la gota se distrajese un poco. Este le hizo ver lo siguiente; todas esas gotas que chapoteaban en el suelo de la ciudad, debajo del rascacielos -que tenía la azotea que tenía la tarima en la que se encontraba la gota-, al día siguiente, con la luz del Sol, desaparecerían, y eso, si no se habían ido antes por "el desagüe", un antro horrible, lleno de gotas malolientes y sucias. Gotas,d e tierra, no de cielo.
Pero la noche tardaba mucho en acabarse, y aunque los pensamientos trataron de sobornarla para que se fuese un poc antes, ella se mantuvo inflexible y enigmática. Así que los pensamientos llamaron a un tercero: el pensamiento de que era superior a las demás gotas, porque se había quedado en la azotea. Era el pensamiento del engaño, y consiguió su propósito.
La gota se regodeó en su posición; era una gota independiente, y estaba convencida de que esto la hacía feliz. Y se pasó toda la noche deleitándose con su independencia. Y se congratulaba a si misma, recordandose en los libros de historia por siempre jamás.
Y por fin amaneció. Y se secó. Y nadie nunca pensó en la gota lider. La gota soberbia.

Ética en el cine

"- ¿Para qué nos caemos, Bruce? Para aprender a levantarnos..."

El sabio precepto principal de "BATMAN BEGINS" me ha dejado meditabundo.
Y, sin embargo, si seguimos con el cine, descubriremos que esa frase es un absurdo. Así lo demuestra HARRY POTTER en un diálogo corto con STAN, el botones del autobus noctambulo, en la tercera entrega:

"-¿Qué haces en el suelo?
- Me he caido.
-¿Y para que te has caido?
-No lo he hecho a propósito"

He aquí la lógica sencilla y aplastante. Y es que es verdad; uno no elige caerse, loego no lo hace por un motivo, y por ello el "para qué" es estúpido. En todoc aso, una vez en el suelo, la voluntad puede opinar al respecto. Puede quedarse donde está o levantarse, pero no como un fin en si mismo, sino en vistas a un fin mayor, poder hacer algo o ensimismarse con la caida. Y una vez depie, aprenderemos a no caernos de nuevo, pero no para no caernos, ni para levantarnos, sino para seguir con nuestra tarea. Alonso dixit.

viernes, septiembre 07, 2007

¿Qué es la libertad?

Recurramos al símbolo: La libertad –al contrario de lo que muchos piensan- es una cuerda. Una cuerda muy especial: Si quieres subir una distancia, puedes engancharla y usarla de apoyo. Hasta aquí todo normal. Pero es que sin cuerda, es muy difícil subir a ningún sitio. Y mucha gente no tiene cuerda. Y pelea tanto por alcanzarla que al final, cuando la consigue, se olvida de la cuesta que tenía que subir, y se dedica a presumir de que tiene cuerda, y de que podría subir a cualquier lado si quisiese. Pero no la utiliza.

Eso le pasa a mucha gente hoy en día.

La cuerda, sirve para salvar obstáculos, pero también tiene muchos otros usos. Por ejemplo: Tiene una peculiaridad esta cuerda: no se le pueden hacer nudos, salvo que sea en torno a algo, es decir: puede atarse, no anudarse.

Y hoy en día, mucha gente se anuda la cuerda en torno a sí misma, sin darse cuenta de que en la cuerda cabe mucha más gente.

Muchas veces, los que la ondean al viento, sin intención de utilizarla, son los que, de tanto moverla, acaban enganchados por los pies sin saberlo, y suelen caer de bruces al suelo, liados ellos solos con su cuerda, que se convierte en un estorbo, por mal usarla. ¿Puedes utilizarla para eso? Sí, sin duda. ¿Resulta –seamos pragmático por una vez- útil en algún caso? No. A nadie le sirve de nada estar atado por los pies.

Sin embargo, otros, empeñados en la magnitud de su empresa, son capaces de escalar grandes distancias, y de subir a otros con esa misma cuerda: o de utilizar varias cuerdas a la vez para subir, entre varios, distancias más altas... E incluso, si no triunfan, por haber subido con otros –o haberlo intentado- si en un momento de la escalada se rompe la cuerda, y en la caída quedan enredados , pongamos- que coincidencia- por los pies, estarán enganchados, estarán liados, pero estarán en compañía.

La libertad, como las cuerdas, de ejercerla se gasta: Es inevitable: cuanto más libre eres, es que más comprometido estás: más cuesta arriba se hace la colina cuanto más alto escalas. Y sin embargo, por tu voluntad, estas gastando la cuerda en cumplir su fin. Quizá algún día se rompa –quizá no- pero los que la ondean al viento, la tendrán estupendamente cuidada sin que les haya servido para nada.

Un consejo, y un juego de palabras: guárdate de mimar tanto tu cuerda, y de ondearla tanto al viento, que quedes enganchado de por vida tu solo, en tu cuerda –por muy magnífica que esté-.

Ahora el juego de palabras: Siguiendo la lógica elemental de la regla de tres, si libertad es cuerda, el más libre es más cuerdo, que encaja perfectamente con el “la verdad os hará libres” que derivando de cuerda a cuerdo, y de cuerdo a cordura, podríamos decir que la cordura es el conocimiento de la verdad. El loco es el que desconoce hasta quien es. Cuanto menos conozcas, más loco eres. Y también, por regla de tres, cuanto más loco, menos libre.

Ahí queda.