Aquella gota, frenada en su descenso por la tarima de una azotea del mayor rascacielos de la ciudad, no podíaa contener la risa.
Llovía. No en sentido impersonal, como acostumbra a pensar la gente. Llovían gotas intensas de agua que caía, y antes o después se estrellaba contra la superficie. Y entonces se juntaban todas, para reirse de las que aun no habían caido, pero ninguna sabía bien por qué.
La gota que se había quedado en la azotea, sin embargo, estaba sola. Y como toda gota que se ríe sola, al cabo del rato, se aburrió. Y comenzó a fijarse en als gotas que se reían, muy por debajo de ella.
Unas iban cayendo sobre otras, pero ella -pobre gota- se había quedado sola. Se compadeció de sí misma; se las veía muy contentas ahí abajo... Riéndose todas unas de otras.
Pero un pensamiento nuevo se acercó, y la gota volvió a mirar hacia abajo. Era mentira. No veía ni una sonrisa; solo una marejada de agua mezclada con suciedad que chapoteaba -es como ríen las gotas- contra el suelo.
Este pensamiento la consoló un rato, pero, al ver que él solo no se bastaba, llamó a otro pensamiento, para que la gota se distrajese un poco. Este le hizo ver lo siguiente; todas esas gotas que chapoteaban en el suelo de la ciudad, debajo del rascacielos -que tenía la azotea que tenía la tarima en la que se encontraba la gota-, al día siguiente, con la luz del Sol, desaparecerían, y eso, si no se habían ido antes por "el desagüe", un antro horrible, lleno de gotas malolientes y sucias. Gotas,d e tierra, no de cielo.
Pero la noche tardaba mucho en acabarse, y aunque los pensamientos trataron de sobornarla para que se fuese un poc antes, ella se mantuvo inflexible y enigmática. Así que los pensamientos llamaron a un tercero: el pensamiento de que era superior a las demás gotas, porque se había quedado en la azotea. Era el pensamiento del engaño, y consiguió su propósito.
La gota se regodeó en su posición; era una gota independiente, y estaba convencida de que esto la hacía feliz. Y se pasó toda la noche deleitándose con su independencia. Y se congratulaba a si misma, recordandose en los libros de historia por siempre jamás.
Y por fin amaneció. Y se secó. Y nadie nunca pensó en la gota lider. La gota soberbia.
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1 comentario:
Querido Alonso: el cuento de la gota es estupendo. No entiendo muy bien por qué la has matado tan pronto. Una gota dialogando con pensamientos es super original y la verdad el asesinato literario que has cometido con ella es injusto (para el lector)
RGC
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